No cabe duda de que la alimentación en la tercera edad es de suma importancia, ya que unos nutrientes inadecuados o una alimentación incorrecta puede acarrear la aparición de algunas enfermedades nada interesantes en este tramo de edad.
Para que un adulto mayor tenga una buena dieta, equilibrada y que responda a las necesidades que su cuerpo le solicita, es importante que conozca cuáles son los principales problemas alimenticios que se asocian con el envejecimiento.
Problemas alimenticios asociados a la tercera edad
Al llegar a edades maduras, normalmente suelen aparecer una serie de problemas relacionados con la manera de alimentarse. Los dos principales son:
- Problemas dentales. Es normal que la persona haya perdido piezas dentales o sufra de algunos problemas relacionados con la cavidad bucal, como suele ser una salivación insuficiente.
- Problemas gástricos. Igualmente, los problemas gástricos son muy comunes y las digestiones suelen hacerse más pesadas.
Es evidente que las recomendaciones nutricionales para los ancianos no pueden ser las mismas que para una persona más joven. Estas modificaciones fisiológicas han de ser tenidas en cuenta a la hora de planificar los menús.
Una dieta inadecuada en donde abunden la sal, las grasas, los alimentos excesivamente procesados o aquellos que no siguen un equilibrio nutricional, terminan pasando factura en la salud de las personas mayores. Si seguimos unas sencillas pautas, tendremos una mejor calidad de vida y mantendremos a raya las enfermedades.
Recomendaciones nutricionales para los ancianos
Aplicar el sentido común es siempre la mejor idea a la hora de conseguir una alimentación saludable, aunque nunca está demás saber unos consejos útiles.
Una alimentación saludable pasa siempre por mantener un certero equilibro de nutrientes, que estén compensados para la edad de la persona y su desgaste físico. No puede alimentarse igual una persona adulta que puede mantener cierto grado de actividad física, como una rutina de paseos, como otra que permanece en cama o silla de ruedas. En este segundo caso, la ingesta de grasas está fuera de toda recomendación, por poner un ejemplo.
- Proteínas. Mantener un óptimo estado de salud, donde las proteínas sigan jugando un papel importante que oscile entre el 10 y el 15 por ciento de las calorías totales, ha de complementarse con una buena ingesta diaria de vitaminas y minerales, que ayudan a mantener fuerte al organismo.
- Carbohidratos. Los hidratos de carbono ocuparán aproximadamente un 50 por ciento y las grasas nunca más del 30 por ciento del total de calorías. Cabe recordar que el objetivo de una buena alimentación es doble, por un lado, el de mantener un buen estado de salud, y por otro, evitar la aparición de enfermedades crónicas o empeorar la salud. “Por la boca puede entrar la salud y la enfermedad”, este es un dicho que hemos de aplicar en la alimentación de personas ancianas.
- Menú saludable. La elaboración de menús saludables ha de ser una recomendación tanto si el anciano vive solo o como si está al cargo de un familiar. En las residencias de ancianos este tipo de menús se elabora por un equipo de profesionales nutricionistas, bromatólogos y dietistas, que adaptan la alimentación al estado de salud del paciente. Cuando no se tiene este tipo de ayuda, la vigilancia ha de ser una máxima.
Las personas mayores que viven solas pueden tornarse caprichosas en su alimentación, de tal manera que se alimente por apetencias y sin seguir unos menús equilibrados y saludables. Las consecuencias pueden ser desastrosas, hipertensión, diabetes o exceso de colesterol son algunas de ellas.
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Alimentos que hay que evitar durante la tercera edad
Hoy en día es posible comer prácticamente de todo, nunca había sido tan fácil tener a la mano tantos alimentos diferentes. Sin embargo, esto puede ser un problema, ya que la gama de productos que abundan en las estanterías de los supermercados puede tentarnos a comer aquello que no es saludable.
La alimentación en la tercera edad supone cocinar con mimo y esmero menús equilibrados, con productos de temporadas, y no alimentarse de aquello que puede alterar los niveles normales en un análisis de sangre.
- Sal. Uno de los enemigos naturales en la edad adulta. El exceso de aperitivos salados como anchoas, aceitunas, snacks o patatas fritas de bolsa debe restringirse al máximo.
- Azúcar. Lo mismo pasa con el azúcar, su valor nutricional es nulo y casi cualquier producto que se encuentra en un supermercado lleva azúcar añadida. Productos como bollería, helados y aquellos que han pasado por un proceso de elaboración severo han de ser descartados, buscando alternativas nutricionales más saludables. Mejor comprar un bizcocho en una panadería tradicional que en un hipermercado.
Siempre y cuando no haya contraindicación médica, las frutas y verduras han de ser la base de la dieta de una persona mayor. Si son de temporada, mucho mejor, ya que ayudan a reducir el importe de la cesta de la compra. Aportan gran cantidad de vitaminas y minerales, que son elementos esenciales en este tipo de dietas.
Consejos útiles para comer
- Menú semanal. Las personas mayores pueden planificar muy bien su alimentación gracias a la elaboración de menús semanales, que ayudan a facilitar la compra y permite pensar lo que se va a comer durante unos días. Gracias a este tipo de menús, es posible poder hacer una dieta variada y equilibrada en la que predominen los hidratos de carbono, grasas, proteínas y vitaminas y minerales.
- Probar nuevas técnicas. Es interesante diversificar técnicas culinarias para no tener la sensación de que se come siempre lo mismo. Por ejemplo, adobar y marinar algunos productos puede aportar nuevos sabores, al igual que pueden reblandecer algunas carnes y facilitar la masticación.
- Cambiar sal por otras especias. Igualmente, las personas mayores pueden reducir la sal y potenciar el uso de nuevas especias, que aportan mucho sabor y no son malas para la circulación. Técnicas como la de la cocina al vapor puede verse mejorada con estas especias y así evitar la monotonía. Un menú de persona mayor no tiene por qué ser aburrido.
En definitiva, las personas ancianas han de planificar bien lo que han de comer, adaptándolo a sus características físicas y sin olvidar que el aporte nutricional ha de ser el adecuado para evitar enfermar y tener una mejor calidad de vida.