La enfermedad de Parkinson tiene una alta incidencia entre la población adulta, y es un trastorno de carácter neurológico que no posee cura. ¿Existe alguna manera de prevenir el Parkinson?
La enfermedad de Parkinson fue descrita en el siglo XIX por James Parkinson, concretamente en 1817. Después del mal de Alzheimer, es la enfermedad neurodegenerativa que tiene más incidencia entre los adultos mayores. Afecta principalmente a la motricidad, actualmente no existe cura, aunque sí que es posible aliviar o mitigar sus síntomas.
Causas del Parkinson
Esta enfermedad tiene causas desconocidas, aunque siempre se ha resaltado la genética como uno de los factores más importantes para padecerla. Consiste en una afectación de las zonas del cerebro que generan dopamina, que es un neurotransmisor que se encarga de los movimientos finos y precisos. De ahí que una de sus características sean los temblores.
La importancia de la genética parece pesar bastante, ya que las personas que padecen Parkinson tienen algún familiar que lo ha padecido. Se especula con la posibilidad de que el Parkinson también pueda ser provocado debido a la exposición a pesticidas y sustancias como los metales pesados, si bien no está totalmente demostrado, se debe a la degeneración de estructuras cerebrales subcorticales.
La dificultad de múltiples funciones cognitivas y motoras es debida a la destrucción de neuronas dopaminérgicas de los ganglios basales, especialmente de la región conocida como “sustancia negra” o “Locus niger”, en el mesencéfalo.
Síntomas del Parkinson
Principalmente se caracteriza por la imposibilidad de realizar movimientos precisos, la rigidez muscular, temblores en reposo y afectación al habla. Los síntomas de la enfermedad de Parkinson se manifiestan entre los 50 y 60 años, y van aumentando de manera progresiva hasta causar demencia. Los síntomas más evidentes de este mal son:
- Temblores parkinsonianos. También conocidos como temblores en reposo que comienzan en las manos y se extienden a brazos y piernas. Suceden en ausencia de movimiento.
- Bradicinesia o lentitud motora. A medida que avanza la enfermedad, esta impide el desarrollo na velocidad normal de ciertos movimientos, por lo que estos se vuelven torpes. Normalmente lleva asociada la falta de ganas de querer realizar movimiento alguno. Impide la realización de tareas manuales fáciles.
- Rigidez muscular. la musculatura se tensa y vuelve rígida, provocando intensos dolores que impiden la realización de tareas normales. Al tratar, por ejemplo, de mover un brazo, este encuentra una resistencia debida a la rigidez.
- Ausencia de automatismos. El cuerpo provoca movimientos automáticos de manera natural, como el parpadeo o la sonrisa. Esto da lugar a un rostro inexpresivo.
- Andar torpe. Como consecuencia de la rigidez muscular el andar se vuelve cansino, con pasos cortos y arrastrando los pies.
- Hablar dificultoso. Debido a la afectación en la zona de la articulación, el hablar se debilita, disminuyendo el volumen y la capacidad de articular. La consecuencia de este hecho da lugar a que exista un aislamiento social muy peligroso, ya que la persona no puede comunicarse como debe.
- Falta de equilibrio. La rigidez muscular provoca que la postura se vea afectada, el enfermo puede permanecer encorvado, con lo cual el equilibrio ya no es el mismo. Como consecuencia, se produce un aumento en el número de caídas, normalmente con resultados muy negativos (hematomas, roturas óseas…)
- Demencia. En estadios avanzados de Parkinson es muy normal un deterioro que lleve a la demencia. Si hiciéramos una comparativa con respecto al Alzheimer, en esta última enfermedad se produce primero un deterioro cognitivo antes que motriz, siendo al revés en el Parkinson. Primero se debilitan los movimientos, para posteriormente cursar trastornos de tipo cognitivo. Se estima que entre el 20 y 60 por ciento de los enfermos terminan desarrollando algún tipo de problema que afecta a su cognición, dependiendo del grado de respuesta a la medicación.
Tratamiento del Parkinson
Desafortunadamente, esta enfermedad aún no tiene cura, ya que se trata de una dolencia crónica que no remite por sí misma ni mejora con el paso del tiempo. Desarrollar o no la enfermedad puede parecer cuestión de azar, aunque existe tratamiento farmacológico que disminuye los síntomas.
La alteración en la producción de dopamina puede tratarse por medicamentos como la cardibopa y ledovopa. Estas medicinas están indicadas para ese tratamiento. La ledovopa, una vez asimilada, se convierte en dopamina en el cerebro. La carbidopa ayuda a prevenir la destrucción de levodopa antes de que llegue al cerebro y haga efecto. Este tratamiento solo ha de ser prescrito por un médico.
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Remedios naturales contra el Parkinson
Algunos estudios señalan que el Parkinson puede prevenirse con altos consumos de cafeína, así como de té verde. Por ejemplo, la cafeína aumenta los niveles de dopamina en el cerebro. Y los polifenoles del té verde ayudan a proteger las neuronas productoras de dopamina.
El consumo de alimentos ricos en antioxidantes, así como los que contienen vitamina E y C son muy recomendables. Podemos encontrarlas en multitud de frutas y en vegetales de hoja verde como las espinacas y acelgas.
De igual manera, el ejercicio físico moderado y adaptado a la edad puede ser beneficioso para evitar la enfermedad. Un cuerpo fortalecido y que tenga el hábito de realizar ejercicio es un cuerpo resistente a múltiples enfermedades, incluida el Parkinson.
Un enfermo de Parkinson tiene recomendado practicar ejercicio físico, así como actividades de control postural como el yoga o el taichí. Resulta muy útil para poder tener mayor capacidad de evitar movimientos involuntarios.
Consejos contra el Parkinson
Como siempre, evitar el Parkinson puede que no esté del todo en nuestra mano, pero unos hábitos saludables como evitar el consumo de tóxicos como el alcohol o el tabaco, así como la práctica de ejercicio de manera regular, son buenos indicadores para tener un cuerpo más fuerte y resistente, en el que las enfermedades tengan menos posibilidad de hacer mella.