Falta de Apetito en Ancianos

Conoce qué es la falta de apetito en ancianos, cuáles son las causas que la provocan y descubre los mejores remedios para combatirla.

La inapetencia o falta de ganas de comer suele ser un hecho frecuente en la tercera edad. Analizamos sus causas y damos algunos consejos para comprender esta alteración, ya que, si no se trata, puede traer graves consecuencias.

Hiporexia, un problema frecuente

El apetito, o ganas de comer, es algo no mesurable fácilmente, ya que se trata de un instinto con carácter subjetivo. Clínicamente se denomina “hiporexia” a la reducción parcial del apetito y es un problema que suele estar asociado a los estados de ancianidad.

Si bien las causas a estas edades suelen ser diversas, las consecuencias pueden ser graves, ya que la falta de apetito podría dar lugar al agravamiento de otras dolencias. Cabe recordar que en la tercera edad siempre suelen aparecer algunos achaques de tipo crónico o pueden llegar a aparecer problemas de salud que antes no estaban presentes.

Causas de la falta de apetito

Analicemos cuáles pueden ser las causas de esta disminución del apetito en la edad adulta. Normalmente suelen ser enfermedades agudas, como por ejemplo aquellas relacionadas con procesos oncológicos. Sin embargo, el estrés metabólico puede provocar una disminución de las ganas de comer.

En otros casos, hay enfermedades de tipo psiquiátrico que provocan que la actitud de la persona mayor respecto a su propia alimentación adquiera un carácter negativo. En el caso de ancianos que viven solos, la hiporexia puede ser más difícil de detectar y, por tanto, de tratar en fases tempranas. Sea como fuere, suelen ser los familiares quienes dan la voz de alerta en estos casos donde la malnutrición se ha hecho patente.

Consecuencias de la hiporexia

Al contrario de lo que puede pensarse, la hiporexia no es un mal menor, ya que puede acarrear graves problemas de salud o agravar los ya presentes. En primer lugar, la falta de apetito suele acarrear una pérdida del tono muscular y su progresivo debilitamiento, lo que conlleva una sensación real de pérdida de fuerzas.

Igualmente, la sensación de cansancio se hace muy patente y a la persona adulta le abandonan las fuerzas y ganas de realizar cualquier actividad por leve que sea, como dar un paseo.

Otro tipo de consecuencias de la hiporexia son las posibilidades reales de agravar dolencias ya presentes, asunto que puede llevar a un empeoramiento general e incluso un ingreso al hospital.

El progresivo debilitamiento del estado de salud de la persona adulta puede llevar a que aumente la frecuencia de las caídas y tener consecuencias como las fracturas óseas. Las ya citadas dificultades en su detección pueden hacer que darse cuenta del problema en una fase inicial sea extremadamente complejo, por lo que la labor de vigilancia de familiares se antoja como una buena medida preventiva.

Cómo detectar las señales de alerta de la hiporexia

Este mal puede ser complejo en muchos casos, pero es cierto que hay algunas señales para detectar hiporexia. Convine siempre ser prudentes, pero no hay que bajar la guardia si detectamos los siguientes síntomas:

Inapetencia

Alimentos o platos que siempre le habían gustado ya dejan de tomar interés y no quieren consumirlos.

Tamaño de la ropa

Debido al progresivo debilitamiento y pérdida de masa muscular, la ropa que siempre le ha venido bien de talla ahora le queda muy holgada.

Alimentación pobre

Normalmente, las personas que sufren hiporexia tienen rutinas alimenticias muy marcadas, y pueden llegar a alimentarse de algún vaso de leche, algo de bollería y galletas.

Pereza

Dejan de tener interés por la cocina y por elaborarse una comida, les basta cualquier cosa.

Caída de objetos

Es la consecuencia de la progresiva falta de energía, se vuelven torpes y por consiguiente, se le caen muchos objetos que tienen entre las manos.

Ponen excusas

Cualquiera de ellas es buena para evitar comer. Lo achacan a problemas con la dentadura, como que se mueve o hace daño, o a haber ingerido alimento previamente, por ejemplo: no ceno porque he merendado tarde y mucho.

Dejan comida

Si llega el inevitable momento de una reunión familiar o salir a comer a un restaurante, se dejan mucha cantidad de comida en el plato.

Dan excusas

Normalmente suelen evitar hacer actos sociales en los que se implique tener que comer, como una comida.

Remedios caseros contra la falta de apetito

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Si conocemos a una persona mayor que está en riesgo de sufrir hiporexia, es interesante seguir una serie de consejos que pueden ayudarnos a corregir esta situación a tiempo.

Cambiar hábitos

  • Una de estas medidas puede ser cambiar los hábitos a la hora de comer. Quizás resulte interesante hacer ingestas más frecuentes, pero más continuas, en vez de enfrentarse a copiosas comidas.
  • Como las comidas son momentos en los que hay una parte de ritual, podemos involucrar a esta persona y si su estado físico se lo permite en ayudar a poner la mesa y hacerles partícipes del momento.
  • Con ello conseguimos que el momento de la comida deje de ser una rutina y tenga algo más de interés.

Menú variado

  • Es muy positivo preguntar a la persona que sufre de inapetencia sobre todo aquello que le gusta comer, tratando de potenciar y cocinar aquellas elaboraciones que le resulten más interesantes o agradables.
  • La falta de ganas puede deberse a unas recetas aburridas o sosas, por lo que introducir especias nuevas puede ayudar a potenciar algunos sabores distintos.
  • Mucho cuidado con la sal, que debe tomarse en su medida justa o eliminarse si el médico lo indica.

Buscar el tiempo y espacio ideal

  • Toma el tiempo necesario para comer, pero evita en todo caso las distracciones.
  • Si hay algún elemento que haga que se pierda el interés, debes eliminarlo por completo.
  • La televisión no suele ser una buena compañera en estos casos.
  • De igual forma, evitar comidas demasiado calientes que hagan esperar al comensal, es difícil conseguirlo, pero cuanto más acorde sea la temperatura del alimento mejor para todos.
  • Evidentemente, no servir cantidades enormes de alimentos, es mejor siempre ir de menos a más para que el apetito se estimule. La visión de un plato enorme de comida puede provocar un efecto contrario y de rechazo.

Si los problemas persisten, hay que hacer cita con el médico de cabecera para exponer el caso y que sea él quien prescriba algún tipo de medicamento capaz de estimular las ganas de comer.

Cabe recordar que este tipo de fármacos tienen una eficacia limitada en el tiempo y que jamás son tratamientos crónicos. Su uso, junto con la modificación de pautas pueden dar el efecto que deseamos: la recuperación del apetito.

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